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Mediterráneo como escenario revolucionario
El pensar en el Mediterráneo de ayer, hoy o mañana, me evoca sobre todo imágenes convulsas, de un espacio culturalmente complejo, del centro geográfico de los cambios sociales, culturales y políticos, de ayer, hoy o mañana.
Recreo mentalmente escenas imaginarias de las antiguas civilizaciones que luchaban por el dominio del Mediterráneo, por imponer su cultura y su sistema político. Recreo los barcos griegos, a Ulises, a Alejandro Magno, a la antigua Roma. Hasta me imagino las cabezas rodando desde Paris hasta el Mediterráneo, tiñendo el mar de rojo, en nombre de la Liberté, Egalité y Fraternité. Me imagino los pueblos levantándose contra las potencias coloniales, reclamando su pedazo de tierra. Columnas de soldados uniformados queriendo conquistar el mundo, durante al menos dos guerras. Incluso me vienen imágenes recientes, de mi último viaje a tan lejano próximo oriente, y me invade una mezcla de cánticos, campanas y gritos, sonidos irracionales generados por creencias más irracionales, si cabe.
Aún bajo el embriagador efecto del imaginario colectivo del Mediterráneo más convulso, leo un artículo de Slavoj Zizek , sobre las recientes revueltas árabes, y vuelvo a la cruda actualidad, con una sensación de haberla vivido ya.
El artículo de Zizek , publicado, hace apenas un mes, en el diario The Guardian , titulado “¿Por qué temerle al espíritu revolucionario árabe?” , no hace más que reafirmar mi sensación de que el Mediterráneo ha sido, y será el sinónimo de revolución o cambio. Pero a la vez el artículo me plantea la duda de si se trata de levantamientos que implican una auténtica revolución hacia el progreso y la democracia, o son simples protestas, resultado de la opresión, con un final incierto.
En su artículo, Zizek se plantea cuales son los ingredientes necesarios de una auténtica revolución. Según el filósofo esloveno, una revolución auténtica necesita de una ideología común, y los levantamientos árabes actuales no tienen otra que la religión. Es más, concluye que una auténtica revolución, para conllevar la democracia, necesita de una ideología de izquierdas, ideología diametralmente opuesta al islam. De allí que se pregunta si estos levantamientos realmente implicarán un cambio hacia el progreso, o no.
Pero a parte de esta cuestión, me planteo cual podría ser la nueva base de una revolución auténtica ; más allá de los conceptos tradicionales de la izquierda, el progreso o cualquier otra base ideológica. En un mundo global aparecen mecanismos nuevos de difusión masiva y democrática, donde cualquier concepto o ideología puede llegar a ser una base suficientemente sólida para un levantamiento.
La revolución global a escala local
Siguiendo la línea del discurso de Zizek , miro de corroborar su planteamiento con pasajes del libro “Sobre la Violencia” , de Hannah Arendt , publicado en el año 1969, en el que analiza el pensamiento de varios autores en relación con las características de una revolución.
En su texto, contrapone los levantamientos estudiantiles del ´68 a las ideas revolucionarias de la Izquierda Tradicional, que contaban con una base ideológica real, en la clase trabajadora, para llevar a cabo un cambio hacia el Progreso Histórico, más allá de una revolución moral. De hecho, por ello destaca que los hechos del '68 acabaron implicando menos cambios sociales de los esperados. A su vez destaca que el Progreso Histórico implica necesariamente no aceptar la afirmación hegeliana de que no puede surgir nada nuevo, salvo los resultados de lo que ya conocemos.
Ambos textos dejan patente que no existe revolución posible sin una ideología de cambio, promovida por un selecto grupo de revolucionarios dogmáticos, que en ambos casos seria la Izquierda Tradicional.
Así que volviendo al discurso de Zizek, sobre las revueltas árabes, y que a la pregunta ¿y ahora que?, plantea solo los escenarios dogmáticos, de Izquierda radical o Islamismo, me atrevería a añadir que esta lucha por la Democracia, aunque falta de base ideológica local (que sí tuvo Francia en el 1789), gracias al mundo globalizado de hoy, cuenta con suficiente base ideológica exterior, y suficientes referencias del Progreso, como para convertirse en un escenario viable.
Es aquí donde se encuentra la diferencia principal entre el '68 y las actuales revoluciones árabes. La base ideológica no es local, sino global, y los medios de difusión democráticos hacen que cualquier comunidad conectada tenga acceso, apoyo y conocimiento suficiente de las bases intelectuales globales para convertirse en bases para una revolución local.
Se podría decir que las redes sociales, estos espacios públicos invisibles, consiguen democratizar la democracia, llevar el anhelo de libertad a cualquier rincón del mundo, consiguiendo que la democracia no sea un bien exclusivo, controlado por las elitistas sociedades occidentales.
De hecho se podría decir que el mundo globalizado, en aquellos reductos en los que no depende de poderes de facto, sino donde se teje a través de redes democráticas, es el mayor aliado del progreso a escala local; una aparente paradoja, que es posible exclusivamente gracias a medios de comunicación y difusión organizados en redes horizontales, donde cada ciudadano es un nodo de información, permitiendo así democratizar el conocimiento, tradicionalmente acotado a círculos intelectuales caracterizados por su inmovilismo, y hacerlo llegar a la sociedad de masas, que es la que finalmente se encarga de llevarlas a cabo.
Estamos hablando de la Revolución 2.0 , o yendo más allá del tema revolucionario, estamos hablando del Espacio Público 2.0 ? Como arquitectos, donde está nuestro lugar en el nuevo Urbanismo Invisible , las nuevas Ciudades Invisibles ? Lo virtual no puede ser más real, aunque no sea físico.
Espacio público local para ideología global
Si entendemos la arquitectura como la infraestructura básica y como manifestación cultural de toda actividad y organización humanas, podemos hacer una relación directa también entre la arquitectura y la revolución. O a nivel más general, entre arquitectura y sociedad. Y por supuesto, plantear cuál es la arquitectura para la nueva sociedad que se nutre de la comunicación virtual, y cuál es el lugar del espacio público físico, y si dejado de ser el marco de reunión y actividad.
Toda sociedad ha tenido su arquitectura, todo régimen político y social ha tenido la suya, así como toda revolución se ha manifestado por la suya propia, en contraposición de la arquitectura anterior. No es una característica exclusiva de la arquitectura, sino de toda manifestación cultural de una sociedad.
Las ágoras griegas y los foros romanos respondían a la sociedad formada por las primeras ciudades; el gótico aportó la luz y la elevación, la técnica al servició de algo más grande, para mantener el yugo al pueblo; los palacios renacentistas reencarnaron el saber clásico; las ciudades de la burguesía ilustrada acabaron definitivamente con el campo feudal; la revolución industrial aportó palacios de cristal; la modernidad acabó con todo lo anterior y se definió como la vanguardia del nuevo hombre de Nietzsche; la arquitectura sirvió a los regímenes totalitarios de principios del siglo XX, como explica Deyan Sudjic en ‘La Arquitectura del Poder' ; el socialismo construyo la Rusia constructivista de Melinkov y Tatlin; y el postmodernismo dejó patente la decadencia sociocultural del mundo de la segunda mitad del siglo XX.
Y ahora qué, volviendo a la pregunta inicial. Como responderá la arquitectura a una sociedad global que se mueve a ritmos nuevos, por redes virtuales, y en espacios públicos inmateriales? Sigue vigente el espacio público tan típicamente Mediterráneo? En caso de Egipto, la revolución se gestó en la sociedad virtual, pero se llevó a cabo en la plaza Tahrir, una plaza, un espacio público físico, un foro vigente desde la antigua Roma hasta la sociedad 2.0 del siglo XXI.
Tal vez aquí también se refleja la paradoja de la escala global que cristaliza a escala local. Se podría aventurar que, al menos hoy en día, existe una convivencia entre la comunicación de ideas y la divulgación del conocimiento en un espacio público virtual, a escala global, y la relación directa de los individuos que conforman la sociedad en un espacio púbico físico, a escala local. Estamos ante un ejemplo del concepto Glocal mezclado con la sociedad de red?
No deja de tener sentido que la escala, global o local, esté detrás del medio y espacio, virtual o físico, ya que cada tipo de espacio se adapta a las necesidades concretas. Al fin y al cabo, un espacio público y la arquitectura, han de responder a la escala del uso al que se destinan, y por ello, hoy por hoy se puede considerar vigente la convivencia entre las redes y sociedades virtuales, en espacios públicos virtuales, que funcionan a escala global, mientras que el espacio público físico sigue ejerciendo de foro a escala local, como se ha podido comprobar en la reciente revolución egipcia.
Así que no, el espacio público físico no desaparecerá, seguramente experimentará grandes transformaciones, pero está condenado a convivir con el espacio público virtual, pero también está condenado a cederle al mundo virtual parte de actividad global que hoy en día lo define. A su vez, éste, por otro lado, cederá gran parte de actividades locales al espacio físico, llegando así a un equilibrio, a una sinergia entre las escalas global y local, y las manifestaciones del espacio público físico o virtual.